10 dic 2011

Acerca del Inconsciente Estético (Ideas para no pensar el Arte)

“La casa del filósofo siempre está en algún lugar en el cruce de las casas de los demás.”

Ranciére


Ranciére en su texto “El Inconsciente Estético” nos propone una lectura diferente del inconsciente freudiano, partiendo de un dialogo con el autor en donde se encuentra y se separa constantemente de él para analizar el problema del arte desde diferentes perspectivas, nos muestra también como el arte no es un objeto del psicoanálisis como otros, puesto que el arte es un punto de encuentro y de querellas de diferentes racionalidades, por lo tanto su punto de partida se tiene que estar redefiniendo constantemente.

El problema de la interpretación del arte se vincula directamente con los conflictos entre los diferentes inconscientes que crea(n), vincula(n) e interpreta(n), relacionándolo con la(s) interpretación(es) del mundo o el entorno(s) que producen el/las arte(s). Este conflicto se sitúa como dice Ranciére en “determinar qué cosa del orden del mundo puede o no ser cambiada”; teniendo en cuenta el “no-lugar” como encuentro de discusión para el filósofo, el psicoanalista, el artista y el historiador que no conocen, y por eso buscan el principio de conocimiento.

Si tomamos como punto de partida la propuesta hecha por Ranciére de interpretar la “estética”, “el arte como cuestión del pensamiento” nos topamos con un segundo problema de carácter esencial y es la dicotomía pensamiento-no pensamiento en donde se reconstituyen así mismas de manera dialéctica siendo el no pensamiento la presencia del pensamiento en la materialidad sensible, en términos de Ranciére la palabra como síntoma.

La hipótesis que nos plantea Ranciére es que el pensamiento freudiano del inconsciente no es posible sobre la base de ese régimen de pensamiento del arte y de la idea de pensamiento que le es inmanente.[1]

Ranciére nos demuestra también la confrontación esencial que se esconde en la interpretación Freudiana del mito de Edipo, al contraponer el logos y el pathos, el logos jugando el papel de ordenador en la interpretación de los acontecimientos como una cadena de causas y efectos que Freud va interpretando y organizando para alcanzar un sentido profundo que le dé razón del misterio del inconsciente, y en donde el pathos juega el papel del ensañamiento maníaco que le da el saber de lo que más vale no saber, de decir lo que no se sabe decir; pero que le impide escuchar lo que siempre quiso escuchar y finalmente lo lleva a rechazar la verdad que sí quiso conocer.

Retomando el concepto de la palabra como síntoma la cual expresa el pensamiento de acción que se impone a la materia pasiva, Edipo es testimonio fidedigno de la tortura de la palabra, puesto que es testigo directo del salvajismo existencial que el pensamiento impone por medio de las palabras, llevándolo a padecer cierta afección, pasión y la condena de una enfermedad viviente, autentica y actual. Ranciére nos dice: "Edipo es el que sabe y no sabe, el que actúa absolutamente y el que padece absolutamente".

Esta idea fundamental del pensamiento que propone Ranciére descansa en una afirmación fundamental: hay pensamiento que no piensa, hay pensamiento que obra no solo en el elemento extranjero del no-pensamiento, sino en la forma misma del no-pensamiento. A la inversa, hay no-pensamiento que habita en el pensamiento, no es solo una forma de ausencia del pensamiento, es la presencia eficaz de su opuesto. Hay, pues, en uno u otro aspecto, una identidad del pensamiento y del no-pensamiento que está provista de una fuerza especifica... [2]



[1] Jacques Ranciére “El Inconsciente Estético”, Editorial: Éditions Galilée, 2001. Pág. 25.

[2] Ibíd. – Pág. - 46

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