Olivier de Sagazan - Transfiguration |
"Observa mi
tortura brutal, tú que, pese a que te encuentras vivo, vas mirando los
muertos"
La Divina Comedia
-Dante Alighieri-
En el seminario sobre la Angustia, Lacan enuncia
algunos elementos de la filosofía existencialista en la relación entre el “yo” y
la angustia. Para los pensadores existencialistas partiendo desde Kierkegaard
hasta Heidegger y Sartre, existe la certeza de un “yo”, un “yo” que
sufre en cuanto existe y en cuanto existe se angustia en su relación con la
vida y con la muerte, Heidegger lo definiría como el Dasein o
el ser-para-la-muerte.
Lacan contrariamente a lo que enuncian las
filosofías existencialistas no cree en la certeza de un “yo”, sino en
identidades ortopédicas que significan al sujeto, y nos hablara de
dos identidades que representan al “yo”,, y que son, el “moi” y
el “je”; el “moi” es la construcción imaginaria del “yo”, mientras
que el “je”, es la posición simbólica del sujeto.
Todos saben que la proyección del yo (je) en una
introducción a la angustia es desde hace algún tiempo la ambición de una
filosofía llamada existencialista. [1]
Como vemos pues, Lacan nos esta hablando de dos
mecanismos que tiene el aparato psíquico para construir una imagen subjetiva de
si mismo, que va ser representado por un sujeto mediante su “yo”; en
este sentido cabe preguntarse: ¿Qué papel juega la poesía como mecanismo de
creación de subjetividades?
Lacan nos dice que el mecanismo de donde surge la
angustia se puede comprender desde la pregunta:
¿Qué quiere? Fuercen
un poco más el mecanismo, hagan entrar mas la llave y tienen ustedes ¿Qué
me quiere?, con la ambigüedad que el francés permite con respecto al
me, entre el complemento indirecto o directo. No es sólo ¿Qué pide, él, a mi?,
sino también una interrogante suspendida que concierne directamente al yo, no ¿Cómo
me quiere?, sino ¿Qué quiere en lo que concerniente a este
lugar del yo? [2]
Es paradójico, pero estas preguntas ¿Qué
quiere? - ¿Qué me quiere?, sugieren directamente a las preguntas
esenciales de la filosofía: ¿Quién soy? - ¿Dónde estoy? –¿Para donde
voy?, y si damos paso al juego Lacaniano del “me”, nos vamos a
encontrar con las preguntas: ¿Quién me soy? - ¿Dónde me estoy? – ¿Para
donde me voy?
Al parecer el lugar que nos esta refiriendo Lacan
para la angustia, tiene mas relaciones con la filosofía y la literatura de lo
que nos imagínamos; pues en base a estas preguntas que cuestionan la relación
del hombre y su papel en el mundo, se han desarrollado infinidad de teorías
filosóficas y propuestas poéticas, todas buscando suturar el abismo inevitable
de la existencia; pretensión a la que el psicoanálisis y la filosofía
deconstructiva han renunciado desde Nietzsche.
Tanto las teorías filosóficas, como las
representaciones poéticas o artísticas en general, buscan el lugar del hombre
en el mundo, la relación del sujeto y su mundo, Lacan nos dirá que: ser
sujeto es ser representado por un significante para otro significante; esto
es estar en el campo de la metáfora, en este sentido la poesía es la capacidad
de significar un sujeto frente a un significante, es un puente que actúa en el
campo de la metáfora, esto es, porque permite caracterizar y definir un “yo”,
desde lugares y encuentros de fuerzas que ocurren entre la realidad que
representa y la postura simbólica gestada desde lo imaginario.
Pero al mismo tiempo que estas actitudes subjetivas
actúan, hay algo que permanece sin representación, algo que se ha quedado por
fuera del mundo, un resto que insiste porque es eso lo que distingue a
un sujeto e impide que se confunda con todos los otros y con el llamado “Otro”. [3]
La constitución de sujeto se da en base a las
preguntas que surgen a partir de la función del ”yo”, ya sea como “moi” -construcción
imaginaria del yo-, o como “je” -posición simbólica del
sujeto-; en este sentido, su constitución solo es posible en el lugar que falta
en el “Otro”; el “yo” no está en el lugar desde donde se pregunta,
porque no hay lugar, no hay “yo”, porque no falta ese que le hace
lugar, o bien porque lo que falta es algo que ha sido arrancado en lo real,
pero de lo cual no hay registro, sino sólo un agujero sin fondo, entonces la
criatura puede convertirse en algo que tapa esa falta, un objeto que ocupa el
lugar de lo mutilado. [4]
De esta manera Lacan nos dirá que el inconsciente
es un lenguaje, que se expresa de diferentes maneras, entre ellas el cuerpo, la
escritura, la poesía y el arte; al ser un lenguaje tiene una estructura que
funciona de la siguiente manera: un significante que se articula a otro
significante y a otro, hasta que la intervención de un punto genera
significado.
Si la poesía es creadora de significantes, tiene la
posibilidad al igual que esta de ¿entrar en relación con lo real?, ¿habitar el
instante?, ¿divagar entre lo humano y lo salvaje?, en otros términos, ¿Qué
papel juega la poesía como encadenamiento de significantes en relación al
sujeto ubicado en el lugar del significado? ¿Qué papel juega la poesía en lo
representado del sujeto?
Si el mundo es un lenguaje con una forma de
funcionamiento, esto sugiere que existe la posibilidad de múltiples creaciones,
ya que los significantes pueden tomar diversas funciones y encajar de maneras
diferentes con otros significantes. Pero cabe la posibilidad de que la
articulación del significante no funcione porque un significante no
está, el significante que pone en marcha la operación esta forcluído
–rechazado, cancelado: no escrito-, entonces el lenguaje es un conjunto de
cosas estáticas, amenazantes, rotas y descompuestas, a las cuales un loco tiene
que hacer frente de cualquier manera para hacer un lugar ahí, porque de todas
formas ahí está. [5]
“Este deber hacer para ser” parece
estar relacionado con el deseo, en cuanto sostiene y crea al sujeto
que se sostiene en la realidad, en la poca realidad angustiada como creen los
existencialistas, nos dice Lacan que este deseo que sostiene
es frágil y débil, en cuanto depende de la cadena de significantes; el
deseo se sostiene del deseo del “Otro”, y de eso cuelga el sujeto; por eso,
cuando el “Otro” falla, decepciona, no digamos si se desmorona y cae, lo que se
pone en juego es la existencia del sujeto.
Las palabras o para decirlo con un poco más de
rigor, los significantes, siempre ejercen la libertad de la que gozan y hacen a
los humanos –que por ellos viven- sujetos; pero una palabra que renuncia a
hacerse reconocer, cuando es el reconocimiento lo que hace posible
la comunidad humana, deja a ese sujeto sin opciones. [6]
La metáfora entendida como la capacidad de creación
que nos empuja hacia lo externo, es la que posibilita la escritura, la
creación, en este sentido la poesía es la exteriorización del sujeto, es la
representación de los real, y como lo real irrumpe en el mundo como cosa, lo
real es cuando la poesía se aparece sin mediación de lo simbólico, esto es
“ausencia de la palabra", el silencio, lo innombrable.
Esta metáfora que se crea ante la angustia, donde
se extingue la palabra y el silencio irrumpe como algo natural frente a esta,
solo deja una posibilidad y es la creación, la poesía que retorna sobre si
misma, la poesía que deambula por el no lugar, la poesía que habla desde el no
ser, la poesía que se declama a nadie; si Lacan dice: amar es dar lo
que no se tiene a quien no lo es; en este sentido la poesía es escribir
lo que no es, desde quien no es.
La relación de la poesía con la represión esta
dada en cuanto ambas son límite y barrera, la represión originaria da
lugar a la inscripción en el inconsciente del significante del nombre del
padre, dirá Lacan.
En la represión lo “Otro” que es exactamente la
falta, la pregunta filosófica ¿Quién me soy? - ¿Dónde me estoy? – ¿Para
donde me voy?, es lo que haría falta, es la ausencia del “yo” en
su presencia, y que estando en el lugar del "yo" se pregunta ¿Dónde
estoy? - ¿Dónde me estoy?
Al “Otro” le hace falta exactamente eso que lo
haría completo: un pedacito, casi nada, pero justamente eso que le
falta es lo que deja un lugar para que ahí se acomode (de maneras mas o menos
incomodas) un sujeto. [7]
La carencia de la ausencia del “Otro” y la
pregunta: ¿Dónde me estoy?, que responsabiliza directamente al
sujeto por el lugar que ocupa en el mundo, es el acceso a la realidad en cuanto
crea, puesto que Cuando eso no se escribe enloquece. Y cuando lo no
escrito retorna es cuando aparecen los monstruos; el monstruo poético,
la bestia versada.
La poesía es la ausencia de si mismo, que retorna
en la ausencia del “Otro”, la poesía es la ausencia total, la carencia que
marca y delimita el lugar de su nada, dejando un resto no simbolizado, una
frase arrojada que ningún poeta a podido culminar, la poesía es la creación
inexacta; lo inexacto es la poesía que ha creado el “Otro” para nadie, la
poesía es la simbolización de la poesía, es la ausencia que retorna sobre si
misma y se pregunta: ¿Qué quiere? - ¿Qué me quiere?.
La poesía se hace objeto del deseo de si misma, se
hace goce y objeto de angustia, el mismo objeto, la poesía en cuanto deseo no
le pertenece al sujeto, pero le concierne íntimamente. No le pertenece al Otro
ni a ningún otro, pero está en el juego en cada intento de vincularse con el
mundo (Otro) y con cada otro.[8]
La diversificación de la
palabra y la poesía como instrumento de creación simbólica y subjetiva, han
servido de fundamento de diversos sistemas filosóficos, que en su mayoría
solo buscaron la sutura del abismo y proporcionarle un sentido al sin sentido
en el nombre de la “verdad”, en el nombre de la "razón", en el nombre
del "Padre" y en el nombre de “Dios”, hasta hacer parecer la poesía
como una enunciación natural y no conflictiva de lo humano, y al “yo” como un
elemento inherente, natural y constitutivo del ser; pero contrariamente a lo
que las antiguas doctrinas profesaban, y con los elementos que hemos
proporcionado sobre la angustia y la indeterminación del “yo”, se ha abierto la
capacidad dual de la poesía como "construcción-destrucción" en
un fondo sin significado, en donde se nos abren nuevos abismos en formas de
preguntas: ¿Cuál es la capacidad destructiva de la poesía?, ¿Cómo se establecen
y se destruyen los sistemas en poesía?, ¿Cómo se construye y se destruye el
"yo" en poesía?, ¿Cómo se construye y se destruye la poesía en
poesía?.
CXXXIV
LA DESTRUCCIÓN
El demonio tenaz se agita al lado mío
como un aire sutil nada por el vacío
y lo trago, y me abrasa mi pulmón insaciable,
y me pone en las venas un deseo culpable.
Como sabe que el Arte prefiero a toda cosa,
toma a veces la forma de una mujer hermosa:
y me turba el espíritu con bajos incentivos
y acostumbra mis labios a los filtros nocivos.
Y así, lejos de Dios, nos vamos ambos juntos
a visitar, rendidos, con los ojos difuntos,
los llanos del fastidio, profundos y desiertos;
y a mi vista aparecen, en informe montón,
galas sucias y heridas y miembros descubiertos;
todo el vasto aparato de la Destrucción.
Charles Baudelaire
De nuevo ese yo que se pierde y se diluye lentamente...un excelente ensayo como siempre mi amigo, esta vez desde una perspectiva mas lacaniana.
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